sábado, 19 de julio de 2014

Tierra sin hombres

Editorial de la revista Punto a Punto 

 José H. Baseti fue un librepensador que hizo aportes a nuestra revista

No es admisible que los ganados de adentro de los campos tengan mejor trato que los enjambres de niños, tristes y ojerosos, que pueblan los ranchitos de afuera. Y menos admisible todavía es que los intereses materiales del lucro tengan prelación sobre los intereses morales de la familia. Duele y avergüenza comprobar que en el Uruguay, muchos obreros del campo no puedan formar familia porque ella no es rentable para el patrón, adentro de la estancia o porque el jornal retaceado no alcanza para sostenerla afuera.

¡Cuánto bien haría a todos pensar en las tremendas palabras del capítulo V de la Epístola de Santiago: “Habéis atesorado para los últimos días. El jornal de los obreros que han segado vuestros campos, defraudado por vosotros clama, y los gritos de los segadores ha llegado a los oídos del Señor de los Ejércitos. Habéis vivido en delicias sobre la tierra, entregados a los placeres, y habéis engordado para el día de la matanza. Habéis condenado al justo, le habéis dado muerte sin que él os resistiera”.

Fruto de este inhumano régimen son las mujeres cargadas de hijos sin padre, y el ambiente de promiscuidad y prostitución de los pueblos de rata que, como la resaca, se ven al margen de las estancias. La distribución de tierras hoy estará muy ajustada al derecho positivo, pero ciertamente no esta de acuerdo con los planes de Dios. Si fue explicable en otros tiempos, cuando había poca población, hoy por lo menos es anacrónica. La tierra es patrimonio DE TODOS. De ella proviene el sustento de todos por igual. Un orden que la reserva para usufructo de unos pocos exclusivamente, dejando a los demás en el desamparo, evidentemente es un orden desajustado.

Ciertamente el derecho de propiedad es un derecho natural que la Ley positiva debe asegurar y defender. Pero cuando la propiedad, sobre todo, la territorial por su excesiva concentración o por su deficiente explotación redunda en perjuicio de la comunidad, el gerente del bien común tiene el deber de intervenir para redistribuirla en forma más adecuada.

“Cuando una rama se va en vicios, el buen quintero la poda y salva a todo el árbol” (Mons. Partelli) “La propiedad privada no debe ser de nadie, o mejor dicho, debe ser de todos. Y la entidad que representa a todos es la sociedad. La propiedad, pues, debe ser de la sociedad” (José Batlle y Ordóñez)

Este es un pensamiento social que tiene mucho que ver con la adjudicación de tierras establecida en el Reglamento Provisional de 1815, por nuestro prócer Don José Gervasio Artigas Arnal.

Hasta ahora, no hemos visto que nada de esto se aplicara, y unas pocas familias de grandes latifundistas, junto a empresas de origen extranjero siguen siendo las dueñas del País.

Si se concede al árbol su espacio vital -un metro cuadrado- para que pueda desarrollarse, ¿por que no se concede al hombre su espacio vital tan necesario, considerando que la tierra es de todos y que ha sido dada por Dios al hombre, para que la haga producir? La tierra sin hombres y el hombre sin tierra, es una de las grandes calamidades que está sufriendo esta humanidad, lo cual en consecuencia sigue y seguirá desatando otras calamidades que finalmente no podremos soportar.





No hay comentarios:

Publicar un comentario