lunes, 28 de abril de 2014

Editorial de la revista Punto a punto del sábado 26 de abril 2014

LA INSENSIBILIDAD

  “pan nuestro de cada día”



La sensibilidad es una facultad de sentir, propia de los seres animados, que nos permite dejarnos llevar por los afectos de compasión y ternura, es decir experimentar sensaciones físicas y morales, sentimiento de lástima sobre las situaciones desgraciadas -hablamos de suerte desfavorable o adversa- que el otro padece.

Tiempo atrás leía en la prensa local: “bañistas toman sol junto al cadáver de un hombre ahogado”. Esto sucedía en las playas de Trieste (Italia). No necesitamos ir tan lejos para vivir estas cosas. Por nuestro paisito están ocurriendo otras cosas, que hoy pasan desapercibidas y que tiempo atrás nos hacían levantar el grito al cielo, porque la sensibilidad por los problemas sociales la teníamos a flor de piel. Hoy son muchos los problemas sociales que afectan a la gente de nuestro país. Lamentablemente nos estamos acostumbrando a NO verlos, a ignorarlos, a pasarlos por alto o simplemente y es lo peor a resignarnos y así postergar su solución.

¿Hemos perdido, acaso, la capacidad de asombro? ¿o llevamos puesta una caparazón de hierro para defendernos de nuestra incapacidad de sentir, de sufrir y de comprometernos con ella?...

La sensibilidad no es sinónimo de quejas, de lamentos: que “el país está mal”, que “las cosas no andan bien”, que “los salarios no alcanzan”, que “no llueve”, que “hace frío”, que “hace calor”.

¿Dónde está la sensibilidad de la prensa oral, escrita y televisada, cuyos lentes sólo se abren a la crónica roja y a ciertos intereses, casi siempre partidizados, como si la realidad que interesa no existiera?

¿Dónde está la sensibilidad de la sociedad aletargada y preocupada, más por conservar su “status” que por la enfermedad enquistada en sí misma la que le está matando valores de solidaridad, de altruismo y de justicia social, que otrora se jactaba de tenerlos. De una sociedad que quedó marcada por una época negra en la que pocos años atrás le tocó vivir con el “Sálvese quien pueda” y el “Si algo te pasa, por algo será” (ejemplo típico de algunos vecinos, en la época en que se llevaban a la gente presa).
Hoy se está arraigando el “Sálvese quien pueda, y como pueda”.
¿Dónde está nuestra solidaridad, como uruguayos que nos hace compadecer del otro? ¿Hemos perdido la visión y nuestro corazón dejó de palpitar? El problema está ahí. La respuesta en cada uno de nosotros, y en aquellos que mandatamos para que gobiernen, porque el que esté limpio, que tire la primera piedra.

La sensibilidad tiene rostro, tiene nombre y apellido: el niño abandonado, el que mendiga, el que no tiene para comer; el anciano desvalido, sin protección social ni familiar, tirado a la calle al azar de la vida; el desocupado sin posibilidades de un sustento decoroso para su familia; el joven sin horizonte ni futuro, sólo con la lluvia de promesas que nunca llegan a la realidad; el jubilado con una mísera pensión, obligado a vivir con menos de $5.000.-; el campesino obligado a abandonar sus tierras porque ya no son un medio de vida quién se ve obligado a recostarse a la ciudad en busca de algo que no encuentra; ese hombre que, con su familia, es expulsado de su casa por imposibilidad de mantenerla, para meterse en un sucucho, en un asentamiento precario si lo consigue... Esos y tantos otros rostros son sujetos de nuestra sensibilidad...

Son muchos los datos que avalan cuanto decimos y que generalmente se publican como al pasar y sin mayores comentarios y si algo se dice, es para afirmar que estamos mejor que en otros países. No quiero saturarlos con cifras, pero no puedo dejar pasar, como una simple muestra, las que a los niños concierne: un alto porcentaje de niños que nacen en nuestro país, nacen en hogares que viven en la pobreza, y los más de esos niños, en hogares que están por debajo del nivel de pobreza.

¿Datos fríos o realidad cruel?...

¿Dónde está la sensibilidad de nuestros políticos que cuidan más de sus rentas que de los problemas sociales, que distraen la atención de la gente con enfrentamientos personales en problemas baladíes, preocupados más por hacer campaña política, que por la búsqueda de soluciones de fondo?
¿Dónde está la solidaridad de un pueblo que se identifica con la pobreza, porque su sueldo no alcanza a los casi 50 mil pesos como lo indica la Canasta familiar mientras los dirigentes políticos perciben 7 Canastas?
Juntémonos para generar esos hábitos de reflexión y así rescatar al ser humano con dignidad ante la vida y los seres que nos rodean. Volvamos a crear una Nación con equidad para sus ciudadanos. Pensemos en soluciones más que en denostar a quienes nos están gobernando. Dejemos el llanto, el grito, el enojo momentáneo y construyamos una verdadera Nación para que los ciudadanos vivan mejor.
Hemos sostenido y fundamentado que es imperioso convocar a una Asamblea Nacional Constituyente que elabore una Nueva Constitución para que los problemas hoy existentes se resuelvan, con la intervención nuestra, como ciudadanos y como población que siendo mayoría seguimos de mal en peor.
En nosotros está mejorar el nivel de vida del pueblo. No espere que la campaña partidaria le solucione, con el voto, lo que ellos mismos provocaron y si tiene dudas y no se decide por quién votar, anule su voto porque no está obligado a tirar a la marchanta una decisión de trascendencia.


“Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda.” Martin Luther King (1929-1968) Religioso estadounidense.



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